Bienvenidos a esta entrega número 42 de Rastrojo un poco diferente a las demás, porque la escritura es juego, búsqueda y también es movimiento.
Quién sabe si, al fin, no me espera
esa cosa que soy, alejada
de la diatriba y del miedo.
(María Negroni)
Un dragón echa fuego por la boca mientras agita sus alas
sobre la mesa del comedor y las tostadas recién hechas
sobre los hijos y el ser amado
llueven escamas plateadas y migas de pan
granos de pimienta diminutos como el polen
se esparcen y hacen chispas
a las cortinas se le chamuscan los bordes.
El dragón ataca cuando se siente atacado
o eso piensa que hace
horas más tarde
cuando se enrolla sobre su cola de dragón
encoge sus alas en un gesto triste
y mira por la ventana:
en el cielo hay nubes que son montañas.
¿Cuál es el verdadero peso de las cosas?
Las formas se confunden frente a sus ojos
lo que es de una manera podría ser de otra
lo esponjoso no siempre es leve
la piedra lleva dentro un corazón de agua
mineral arrojado al tiempo
¿Quién dice qué es lo suave?
El dragón piensa que sabe pero duda
la pregunta es una estaca que le atraviesa el cuero
astillas clavadas en lugares invisibles.
La paradoja: el fuego no siempre enciende la madera.
Hay materiales combustibles
algunas palabras arden solas
titilan como si fueran estrellas.
Se pregunta qué hacer con las otras
las incuba pero son huevos viejos
de los que nunca nacerán pichones.
Como es un dragón que supo engendrar y también perder
conoce bien la diferencia entre lo que está destinado a nacer
y lo que no tiene otro camino que extinguirse.
Es de la clase de dragón que insiste.
Esa misma noche o la siguiente
arropa a sus hijos, les lleva comida, ropa, sábanas limpias
teje con palabras amorosas un nido abrigado
en el que puedan descansar
sueña con los versos de un poema:
“Veo todo aquello que ruge en vos”(*).
Ese mismo día o el siguiente despliega sus alas
y permite que el hijo mayor se monte sobre su lomo
lo lleva en andas por el cielo de la autopista
entre los autos que van y vienen
una madre llora y se pregunta
en qué momento empezó a sentir que no era suficiente.
¿Fue algo que llegó con la maternidad o venía de antes?
¿Cuál fue la primera espina? ¿cuándo?
Tres caranchos vuelan en círculos
sus cuerpos emplumados y hambrientos
el brillo de sus picos listos para la presa.
Siempre hay depredadores sobre una mujer que se hace preguntas
pero el dragón no depreda, defiende
y es justo lo que hace ante los ojos atónitos del hijo
que ve escapar a los caranchos.
Las lágrimas de la madre son mariposas pequeñas
y le traen alivio
aprenderá, igual que el dragón,
que a veces el dolor trae fortaleza
y otras veces no y sólo hay que esperar que pase.
El hijo mira y aprende
a lo lejos el río, el barro, sus peces
más allá: sierras, mar, una llanura extensa
algo más vasto que su territorio
le brilla en la mirada
vendrá pronto el tiempo de su propio vuelo.
El dragón quiere ser un buen dragón
pero no siempre sabe cómo hacerlo
entre cuidar y dejar crecer
le nacen miedos como una enredadera
pero este no es un poema sobre buenas intenciones
–ni siquiera está claro que sea un poema–
son palabras, ramitas, material inflamable
para encender una pequeña hoguera.
Esa de ahí, le dice al hijo, es nuestra casa
y el hijo la distingue entre todas las demás.
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✨ RECOMENDACIONES ✨
La vuelta al perro, Cynthia Rimsky (Tenemos las máquinas)
Un libro de micro relatos que se lee como un paseo íntimo por la pampa y sus voces: vecinos, liebres, perros. Con la sensibilidad de una flâneuse rural, Rimsky vuelve extraordinario lo cotidiano, cuestiona el sentido de la vida productiva y celebra la pausa y la deriva. Un libro hermoso para leer de a poco, caminando.
El vestido blanco, Nathalie Léger (Chai Editora)
Es una mezcla de ensayo, crónica íntima y biografía. Léger reconstruye con voz serena y lúcida la trágica performance de Pippa Bacca —una mujer que, vestida de novia, emprendió un viaje en el que se proponía confiar en el prójimo y terminó asesinada—. El viaje por la escritura se convierte en un desvío hacia la propia historia, cuando la autora toma el vestido como puente para explorar relaciones, pérdidas y silencios familiares. Un libro breve, pero hondo: poesía y dolor convertidos en memoria.
✨ TALLERES Y CLUB DE LECTURA ✨
La Cueva. Club de lectura (virtual)
Ya largamos con el segundo set de lecturas para julio y agosto. Empezamos con El cielo de los animales, de David James Poissant. Escribime y te paso más info.
Taller de Collage & Literatura (presencial)
¡El sábado 19 de julio volvemos a Naesqui!
Info e inscripciones
Referencias:
María Negroni, Meditación del rey en el segundo laberinto (Interzona).
(*) Marieke Lukas Rijneveld, Murmuration. Redaño (Llantén editora).
La obra de collage que ilustra esta edición es de Magdalena Hasenbeck.
Me encantó
Hermosura total